Hace un año, dejando de lado mis prejuicios ante una serie de dragones y señores feudales, decidí ver Game Of Thrones. Seis temporadas, 60 capítulos, muchos nombres que aprender y un mundo mágico real-no-real que descubrir. Así, me sumé al fenómeno GOT, y hoy disfruto en tiempo real la séptima entrega, a la que solo le quedan dos capítulos.
A ojos cerrados, no me arrepiento de haber visto GOT y agradezco a los amigos que me abdujeron a este mundo, porque sí, es un mundo.
Durante este tiempo me he convertido en una especie de “misionera GOT” recomendándole la serie a toda persona que esté en búsqueda de “algo para ver”. Ojo tienen un año para ponerse al día y ver en tiempo real el final de los finales (2018)
GOT es una serie inteligente. Aunque tiene ese lado mágico-nerd por la aparición de seres mitológicos, las estrategias y tácticas que desarrollan los personajes se engranan sutil y perfectamente. Y en lo personal, cuando una serie no es obvia, se lleva 10 puntos de una.
El arte, visualmente es una serie her-mo-sa. Los detalles de maquillaje, vestuario, sets y postproducción hace que cada episodio sea “una obra de arte”. Probablemente, en las calculadoras no cabrían todos los ceros que invierten en presupuesto.
El carrusel de las emociones. Aunque suene cliché, esto pasa. No te das ni cuenta como pasas de la felicidad a la angustia. De la angustia a la tristeza y de la pena a el shock. Así te la puedes pasar en cada capítulo, en cada temporada. En YouTube puedes encontrar reacciones de los fans y entenderás este punto a la perfección. En resumen, quedas boquiabierto por lo menos cuatro veces por temporada.
Amor y odio a los guionistas, cuando menos te lo esperas; o tal vez sí, pero te niegas a verlo. El guionista elimina de raíz a tu personaje favorito y la historia continúa… porque el juego siempre debe continuar.
Escenas inolvidables, hay partes de Game Of Thrones que jamás olvidarás; ya sea por su crudeza, hiperfantasía o hiperrealidad, nunca podrás sacar de tu cabeza esas escenas. El factor común de ellas, el poder. Game Of Thrones, evidencia lo que todos sabemos… The power is power.
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