Miedo a conducir que genera una reacción irracional al enfrentarse a manejar por las calles.
Puede deberse a múltiples factores. Desde haber sufrido un accidente, haber tenido algún problema en la carretera o cualquier tipo de recuerdo negativo relacionado con manejar. Y ni siquiera hace falta que nos haya pasado a nosotros mismos, también la experiencia de seres queridos nos puede afectar.
La crisis de nervios o el pánico que produce ponerse al volante puede producir síntomas tan fuertes como ansiedad extrema, taquicardias, sudoración, temblores incontrolados, vértigo, dolor de cabeza, molestias en el estómago o agarrotamiento muscular. Pero también hay otro tipos de síntomas menos físicos como ganas de llorar, pesadillas antes o después de conducir y todo tipo de pensamientos negativos, como el miedo a sufrir un accidente, atropellar a alguien, chocar tu auto, etc.
Suelen ser muy responsables, con un alto nivel de estrés, antecedentes de depresión o ansiedad, fragilidad emocional, baja autoestima, reducido nivel de tolerancia a la frustración, gran nivel de autoexigencia y con alta susceptibilidad al miedo.
Para la cura, lo realmente importante es detectar el grado de amaxofobia que tenemos y tratar de superarlo conduciendo progresivamente con la ayuda de profesionales, claro.
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